viernes, 11 de noviembre de 2011

Estados unidos: mercados y hambre (Parte III) (América Latina)


En los años 50, 60 y 70 del siglo pasado, Centro y Sur América reflejaba la contradicción de países con economías semi feudales, usufructuadas principalmente por el imperio norteamericano, e incipientes capitalismos nacionales. El desarrollo de estos capitalismos y el suyo propio empujó al imperio norteamericano a un cambio en su política exterior para la región. Viendo mayores ventajas económicas en el capitalismo neo colonial, la sustitución de dictaduras militares, seudo nacionalistas, por democracias liberales resultó ser la salida política más favorable para el desarrollo de su economía imperial y de su hegemonía en la región. Las democracias liberales presentan dos ventajas para el imperio: podían ser más complacientes a la hora de negociar sus recursos naturales y facilitaban el comercio de mercancías norteamericanas en sus capitalismos dependientes. Por otra parte, este tipo de democracias permitía reducir, amortiguar o desviar la lucha de clase entre trabajadores, campesinos e imperialistas por la redistribución de la riqueza nacional, mediante el juego de intereses o la ficción electoral representada en los cambio de gobierno entre partidos políticos de derecha y/o centro derecha.
El cambio de modelo económico y político en la región agudizó las contradicciones entre la economía capitalista y la feudal; así como, entre los trabajadores (ex campesinos) y el capital transnacional expresado en las burguesías nacionales. Estas contradicciones del sistema democrático burgués fueron capitalizados por los movimientos de izquierdas de Centro y Sur América aupados en algunos casos por el oportunismo soviético y en otros por los modelos de lucha y dirección cubano y chino. En esas luchas estos movimientos quedaron atascados en el juego político internacional de los imperios (soviético- norteamericano), en la lucha por el poder (entre, los modelos soviéticos, chinos y cubanos), en la sobrevivencia de procesos “revolucionarios” que devienen en oportunismo “revolucionario” y traición “revolucionaria” hacia estos movimientos. A estas penurias se añadió la falta de una interpretación correcta del momento histórico y, la mezcla de políticas reformistas para el campesinado y los trabajadores Centro y Sur Americanos impulsadas de Washington junto invasiones, intervención y terrorismo imperial por parte de Estados Unidos.
De esta etapa irrumpe la política de los discursos seudo revolucionarios aderezados con oportunismo y traición, que engañan a la clase trabajadora y campesina con la ficción de: capitalismo de Estado igual a “socialismo”. Ficción que se crea ante la inviabilidad económica de construcción de relaciones de producción comunista y la amenaza política que esta significa a su influencia y sobrevivencia política en la región.

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