Las crisis financieras se han
convertido en armas imperiales para dominar a los países, apropiarse de sus
riquezas e “integrarlos” a sus territorios. Los caídos en estas guerras siguen
siendo los mismos: obreros y campesinos que pierden su poca calidad de vida.
Las burguesías nacionales y los políticos de estos países anexados, como perros
domesticados, exprimen al obrero y recogen los despojos del imperio.
Las grandes crisis financieras no
terminaron con la crisis Asiática en 1997. Esta crisis fue la antesala de la
gran crisis financiera del 2008 y sus consecutivas replicas de los años 2009,
2010, 2011, 2012, que se terminará cuando se haya cumplido con las metas
imperiales para estos momentos. Esta crisis a diferencia de las anteriores se
produce en los propios centros de poder del sistema financiero internacional:
Estados Unidos y la Unión Europea.
La crisis del sistema financiero que
se inició a partir del 2008 presenta una naturaleza distinta a las ocurridas en
los tiempos anteriores. En América Latina en 1994 y en Asia (1997) el resultado
fue la trasferencia, hacia los centros imperiales, de los recursos monetarios,
propiedad sobre activos y riquezas naturales de los países expropiados. También
dejaron estas crisis una inmensa deuda externa, mucha miseria, desempleo,
recortes a los gastos sociales y limitada fuentes de ingresos para los Estados
que ya no contaban con sus principales activos.
En la crisis del 2008 el objetivo era
otro, aunque el esquema fue el mismo, aumentar la oferta de créditos mucho mas
allá de la capacidad (y/o liquidez) de los acreedores, en particular más allá
de la capacidad de pago de los trabajadores de Estados Unidos y de los países
que constituyen la Unión Europea. En este caso el objetivo principal no era
expropiar los activos y riquezas naturales de su propio centro de poder; era la
perdida de la calidad de vida de los
trabajadores, a través de la transferencia al sistema financiero de sus ahorros
y activos (casa, carros y acciones). Era lograr llevar “legalmente” al
trabajador a la miseria. De allí que, el fin es disminuir el costo que estos
trabajadores tienen para el capital productivo norteamericano y lograr su
sumisión (psicológica) a sueldos y condiciones de vida más bajos. Un obrero y
una sociedad más barata, hará la economía norteamericana más “Competitivo”
frente a las economías asiáticas.
Esta crisis no solo sirvió para lograr
sueldo más bajos “con poco costo social” sino que permitió la quema, a gran
escala, de una inmensa cantidad de dinero inorgánico y especulativo en poder de
los pequeños y medianos inversionistas; así como la concentración y
direccionamiento de los grandes capitales al aparato productivo norteamericano.
Pero, la “crisis” financiera del
sistema internacional del 2008 no solo respondió a un problema de
re-potenciación de la economía norteamericana; también, incluye la unificación
de la estructura financiera, económica y política de la Unión Europea. Esto es,
la creación y re- potenciación económica de un nuevo país. De allí, los
esfuerzo para imponer la integración del sistema financiero europeo (con los
repartos de las cuotas de poder respectivos).
La crisis económica de Europa, con sus
altos niveles de desempleo y bajo nivel de inversión a la pequeña burguesía,
constituyen la base psicológica para la sumisión de la clase trabajadora y
campesina a los planes imperiales de creación del nuevo país; estos dos
elementos de terror (crisis financiera y desempleo) sirven de fundamento a la
unificación monetaria, política, territorial y social de la “nueva” Europa: de
allí que los cambios constitucionales, presupuestarios, fiscales y
discriminatorios impuestos a los distintos países de la “antigua” Unión Europa
constituyen las políticas públicas del nuevo Estado imperial para tomar control
de todo el territorio Europeo. De acuerdo con las visión imperial poco importa
la opinión de los trabajadores y campesinos que sufren sus consecuencias. La
unidad económica (comercial), política, militar, territorial y social del nuevo
Estado es la respuesta del capital imperial norteamericano y europeo a las
avanzadas del capital oriental; pero, también es una táctica clave en su
estrategia de integración mundial de los capitales (Occidentales y Orientales).
El tema de la inmigración árabe islámica a Europa, la crisis étnica en los
balcanes (con su perspectiva inmigratoria), el control de la droga en
Afganistán y Pakistán; así como el control económico y militar en Asia son
meras jugadas dentro del ajedrez geo estratégico del imperio occidental, en el
que su sistema financiero, con las crisis provocadas, constituyen la punta de
laza de su avanzada imperial por su dominio sobre el mundo.
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