En
esta etapa del capitalismo, el modelo de acumulación de capital de Estados Unidos
y Europa no permite su crecimiento; esto es, de cara al reto de explotar los
inmensos mercados de consumo en Asia el modelo de acumulación de capital actual
resulta inapropiado. Y la razón de que resulte inapropiado es que el modelo de
consumo y de creación de valor de sus economías frena el crecimiento de su
acumulación de capital productivo e inclusive amenaza con la descapitalización
frente a otros capitales productivo El modelo de consumo de valor (mercancía)
en Estados Unidos y Europa se sostiene con el gasto de parte de la renta mundial,
la creación de dinero inorgánico y el poco plus valor que se produce en sus
propias economías.
El
modelo de acumulación de capital de Estado Unidos y Europa, hasta ahora, se
había basado en el re- direccionamiento económico de su explotación capitalista
desde el campo productivo al campo financiero. Re- orientación que se produjo
al sustituir buena parte de la explotación productiva de su mano de obra por la
explotación de mano de obra barata en Asia. Este modelo de acumulación de
capital significó también controlar, mediante la explotación neo-colonial, la
producción (más, no la propiedad) de los recursos naturales del mundo. Y
finalmente, significó la explotación intensiva de sus propios (y tradicionales)
mercados de consumo. Mercados que fueron explotados a costa de quemar (o
gastar) parte de su inmensa y privilegiada renta productiva mundial en subsidios
a su aparato militar, su clase trabajadora (clase media) y su derrochadora
burguesía. Pero, también a costa de
cambiar una voluminosa cantidad de mercancía (o plus valor) por dinero
inorgánico (sin ningún respaldo) que produce su sistema financiero no productivo.
Esto es cambiando, papel por valor (por mercancías): un papel que busca su
espíritu (su “valor”), su productividad, en la especulación, sin poder
lograrlo.
Esta
ecuación resulta en una economía que consume más valor de lo que produce; pero,
que se sostiene por la forma ventajosa (para ellos) en que se distribuye la
renta mundial y el carácter hegemónico de su sistema financiero, su poderoso y
costoso aparato militar y su estructura de poder mundial. Sin embargo, en esta
etapa del capitalismo su hegemonía sobre el sistema financiero no es suficiente
para extorsionar políticamente y mediante crisis financieras a otros capitales
como los de china y la India. La debilidad estructural que nace de su modelo de
acumulación de capital no le permita tomar por asalto los inmensos mercados de
consumo Asiáticos y, a la vez, mantener su modelo rentista del mundo.
El
gran consumo de renta productiva mundial por parte del aparato político-
militar del Estado imperial, junto a la poca explotación productiva de su mano
de obra y los subsidios a su clase trabajadora y campesina marcan el límite al
crecimiento de su modelo de acumulación de capital. En este sentido, ell límite
al crecimiento del capital productivo de los capitalistas de Estado Unidos y
Europa (y de sus respectivos Estados) está dado por dos factores, a saber: el
volumen de creación de capital y el nivel de consumo de sus economías.
Una
reducción de este consumo se traduce en el fin del “Estado de Bienestar” para
la clase trabajadora y campesina de estos países. Un Estado de Bienestar que
hasta ahora se había basado en la explotación de la mano de obra de los obreros
del resto del mundo y en el robo de las riquezas naturales de otros países.
Pero, por qué cambiar un modelo de
desarrollo capitalista que hasta ahora había funcionado? La respuesta está en
el desarrollo mismo del capitalismo. La explotación de los mercados
tradicionales por los distintos capitales norteamericanos y europeos implicaba
ya: que unos se tragaran a otros y que los roces se volvieran cada vez más
violentos. De aquí que ante un antagonismo inter capitalista la mejor salida
consiste en explotar de manera conjunta los inmensos mercados emergentes. Esta
estrategia de luchar con los capitales de las economías emergentes le permite
lograr la “estabilidad” política interna para concentrar y acumular capital
entre ellos mismos sin la necesidad de una guerra. Pero, también le permite
consolidar una inmensa sociedad mercantil, basada en el reparto de acciones
entre socios capitalistas. Esta estrategia de concentración y crecimiento en la
acumulación de su capital, también pasa por la “reducción” a un punto “eficiente”
el consumo de valor de las economías de Estado Unidos y Europa.
De
aquí que la explotación del inmenso mercado de consumo que se abre en Asia
implique un cambio en la economía mundial; esto es, un cambio en el modelo de
acumulación del capital norteamericano y europeo. Y, la diferencia entre la
Asía de hoy la Asia de ayer, que la hace tan apetecida por estos capitales, es
su cada vez mejor nivel de desarrollo capitalista, su gran capacidad de compra
y su enorme población consumidora (2/3 de la población mundial). Sin embargo
Asía es un hueso duro de roer por cuanto el capital asiático explota de manera
intensiva (semi- esclava) su mano de obra, de allí que, delante de este capital
asiático el hasta ahora eficiente modelo de acumulación de capital de Estado
Unidos y Europa resulta insuficiente.
Ahora
bien, la explotación de los inmensos mercados de consumo asiáticos pasa por
negociar con los imperios económicos hegemónicos de la región (china y la India).
Cada cual, con una impresionante capacidad de producción de mercancía a
bajísimo costo, agresivo mercadeo e inmensa capacidad para acumular capital y
dirigirlo de acuerdo a sus intereses, fuera del control hegemónico de Estado
Unidos. Semejante entorno define varias contradicciones. Una es que los capitales de Estados Unidos, Europa y Japón deben
decidir si la estrategia de asalto a las economías emergentes de China, India,
el Sudeste Asiático y Brasil pasa por producir y vender mercancías en estos
mismos mercados emergentes; pero, haciéndolo bajo las reglas de juego de los
gobiernos y capitales de estas economías. O “negociar” internacionalmente de tú
a tú con los gobiernos y capitales de estos mercados emergentes sobre la base
de la explotación mayoritaria de su propia mano de obra norteamericana, europea
y japonesa.
Esta
ofensiva en el plano internacional pasa por la manipulación del sistema
financiero-monetario, su capacidad para ejercer presión político- militar en la
región y su poder económico en los distintos mercados del mundo. Ofensiva que
pretende extorsionar a los gobernantes y capitales de China y la India a fin de
ceder el control de sus economías a los capitales de Estados Unidos y Europa; o
cuando menos compartirlo.
Los
hechos demuestran que esta fue la estrategia escogida por los capitales de
Estado Unidos y Europa de allí el cambio en su modelo de acumulación de capital,
y la presión sobre las economías de china y la india. De allí, la inmensa
presencia de china en América Latina y otros mercados del mundo.
Pero,
cambiar el modelo de acumulación de capital pasa por invertir mayor capital productivo
a sus propias economías; así como, explotar de manera más intensiva su propia
mano de obra. Ahora bien, explotar de manera más intensiva la mano de obra del
trabajador norteamericano, europeo y japonés significa reducir su costo (el
valor de su salario) e intensificar su explotación. Abaratar el costo de producción
de mercancías supone también reducir los costos de materia prima.
La
mescla correcta de estos tres elementos permiten el cambio en el modelo de
acumulación de capital de Estado Unidos y Europa. Circunstancia que pasa por reducir
el valor de su moneda, reducir el gasto del Estado (en particular, el gasto
social que sirve para subsidiar a la clase trabajadora y campesina) y reducir
el volumen de dinero inorgánico (o no productivo) a un nivel que permita reactivar
el capital productivo de las economías de Estado Unidos y Europa, volviéndolas
competitivo frente a los capitales asiáticos.
Sin
embargo, abaratar los costos de producción significa en palabras llanas tirar
al foso el modo de vida de los trabajadores norteamericano y europeo: esto es, despidos
masivos, disminución del salario de los trabajadores, reducción de los
subsidios sociales, eliminación de todo confort, desesperación y perderlo todo.
Pues, solo en este estado de desesperación estos trabajadores estarán dispuestos
a aceptar un tercio o menos de lo que era su salario hasta ahora y lo harán
(sin quejarse) por una explotación más intensiva de su mano de obra. Bajo este contexto, encaja perfectamente la burbuja
financiera de 2008 en Estados Unidos. Burbuja que logró despojar (robar)
“legalmente” a una gran cantidad de trabajadores sus casas, carros, viajes y
vidas de confort; eso sí, bajo las “reglas legales del juego crediticio” del
capitalismo.
La
consecuencia de tal robo, o “burbuja financiera”, fue un sencillo, efectivo,
rápido, “legal”, “pacífico”, muy lucrativo y oportuno comienzo de la perdida de
la calidad de vida del trabajador y aumento del ejército de desempleados. Una
pérdida en la calidad de vida de los trabajadores que permitiera de acuerdo a
los cálculos capitalistas una más productiva economía norteamericana y Europa:
a costa de una inmensa pobreza para la clase trabajadora y campesina de Estados
Unidos y Europa.
Por
otra parte, este cambio en el modelo de acumulación de capital supone, por un
lado, intensificar la aplicación de capitales en las economías de Estado Unidos
y Europa y, por otro, hacer más eficiente la inversión de su capital dentro de
las economías de china y la india. Elemento que significa optimizar su
estrategia de ataque económico dentro de las economías insurgentes de China y
la India. De aquí que la estrategia de tomar control “legal” sobre el uso de la
tecnología que se utiliza en china y la india redunde en un ataque ofensivo;
así como, la manipulación y la presión monetaria sobre estos países.
Estos
dos componentes (capital y trabajo) le permiten a las economías norteamericana,
europea y japonesa producir en condiciones de costo, tecnología y volúmenes
“competitivos” para penetrar en los mercados de consumo de China, India, Brasil
y el sudeste asiático.
Sin
embargo, la puesta a tono de las economías de Estados Unidos y Europa va
acompañada con un esfuerzo (monetario) por aumentar el costo de las mercancías
que se producen en Asía y con ella aumentar el costo de la mano de obra de las
economías emergentes. Este aumento en el valor de la mano de obra de Asia
(china y la india, entre otras) implica un aumento en el poder de compra de sus
trabajadores y campesinos que beneficia la adquisición de mercancías norteamericanas,
europeas y japonesas. De allí que la extorsión a través del sistema financiero
y monetario incluya esfuerzos por internacionalizar el yuan como moneda de
cambio mundial (paralelo al dólar); a fin de tomar control sobre la moneda y la
economía china, a través de su sistema financiero.
Otras
tres estrategias de extorsión del capital norteamericano, europeo y japonés
sobre los capitales asiáticos implican: la conformación de bloques económicos en
el sudeste asiático que reducen la tradicional influencia de china sobre sus
economías, la presión político- militar sobre china y la india y el
financiamiento forzado del cambio en el modelo de acumulación de capital y en
el modelo político de Europa. Basado este último en la conformación de la
Eurozona como un Estado federado con una única dirección económica y política.
Todas estas estrategias tienen como objetivo ganar la disposición de los
capitales chino e hindú para que participen en la conformación de una sociedad
de capitales con los de Estados Unido, Europa y Japón.
Una
política de estímulo a la producción nacional de las economías de Estados
Unidos y Europa, de “antidoping” selectivo a la mercancía importada de china y
la india, entre otras; de aceptación, como parte del intercambio, de una mayor
penetración de capital chino en mercados tradicionalmente de Estado Unidos como
América Latina, y, finalmente, de un control, ya no sobre la producción sino,
sobre las reservas de energía, materia prima, producción y tráfico de droga del
mundo le permiten al capital de Estados Unidos, Europa y Japón establecer las
condiciones económicas hegemónica de dominio que viabilicen el desarrollo de
las superestructuras imperiales en lo Política, Estatal, Cultural, Social e
inclusive Militar que garanticen la hegemonía de estos capitales en esta nueva
fase imperial de acumulación de capital.
Sin
embargo, el establecimiento de esta nueva sociedad imperial no puede terminar
como en la primera y segunda guerra mundial, con la ruina de los otros imperios
y el reparto del botín. En esta fase imperial del capitalismo esta política
económica podría no solo tener un alto costo para la humanidad sino que sería
poco eficiente y nada lucrativo. En este sentido, la mejor victoria (según los
expertos en guerra) consiste en dejar intacta la economía del vencido y aún más
compartir las ganancias con ellos. Esta estrategia supone la explotación sin
trabas de los inmensos mercados de consumo ya no de Asia sino del mundo. En
esta fase de capitalismo, la victoria, implica la conformación de una sociedad
mercantil que permita explotar de manera conjunta (con los capitales
orientales) los mercados Asiáticos y del
mundo.
En
este sentido, esta nueva sociedad económica imperial (o sociedad mercantil en
formación) le da cabida a todos los capitales imperiales del mundo. De allí los
esfuerzos para incorporar o integrar a los capitales insurgentes de china,
India, Brasil y el sudeste asiático; así como, los capitales que les resultan
amigos como los de Israel y Suráfrica o el capitalismo de Estado Ruso que
extorsionan mediante el ofrecimiento de financiamiento para su desarrollo
capitalista a cambio de alinearse a la geopolítica económica mundial de Estado
Unidos y Europa.
El
grado de participación en la nueva sociedad imperial se fijará de acuerdo con
la inversión de capital de riesgo (en lo económico, social, político y militar)
que aporte cada capital para la conformación de la sociedad. A saber, en
función del grado de participación en las actividades de confrontación armada y
cambios económicos, políticos y sociales que lleva consigo el cambio en el
modelo de acumulación de capital de Estados Unidos y Europa.
El
grado de alineación, en estos momentos, de los capitales imperiales; así como,
la capacidad productiva de sus economías y la mayor o menor apertura de sus
mercados al capital norteamericano, europeo y japonés determinará su posición
en la nueva estructura que resultará del cambio geopolítico mundial. Esta nueva
sociedad mercantil permitirá explotar la riqueza y la mano de obra del mundo de
acuerdo a las cuotas de poder que nazcan con la nueva estructura económica y
política que dominará al mundo y donde los capitales de Estados Unidos, Europa
y Japón ocuparan los puestos de mayor jerarquía.
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