jueves, 6 de octubre de 2011

Grecia y Libia: Estrategias

Las acciones imperiales contra Libia y Grecia deben ser motivo de análisis por parte de la clase trabajadora y campesina del mundo. En esos dos países la estrategia de acumulación de capital camina por distintos rieles; pero, con un mismo destino: la unificación y control de mercados.
En el caso de Grecia el instrumento de lucha imperial contra la clase trabajadora y campesina ha sido el esquema de la deuda externa. Un esquema que se basa en: 1- otorgar exagerados préstamos al Estado a través de la banca internacional con el fin de crear una crisis financiera que le permita apoderarse de fábricas y riquezas; 2- Un sistema político burgués, embriagado con los créditos; 3- un modelo económico basado en la incapacidad de su burguesía para crear riquezas con esos créditos, pero, enriquecida por la reventa de mercancía importadas, 4- un Estado que no tiene otra que aumenta el gasto público no reproductivo y 5- el estímulo a la importación de mercancía provenientes de las burguesías prestatarias. Luego viene la solicitud de pago, la manipulación financiera y el paquete de medidas económicas para “salvar al país”. Como se aprecia es una gran centrífuga financiera para desbancar países y acumular sus activos.
Pero, cuál es la importancia de aplicar este esquema en Grecia? La importancia reside en que Grecia tiene un partido gobernante supuestamente “socialista” y es con esta vitrina (con este mentira) que el imperialismo pretende chantajear y aterrorizar a la clase obrera y campesina de Europa obligándola a escoger entre la ruina y la crisis social que ellos crearon en Grecia o aceptar sumisamente las medidas de “ajuste” unificador de Europa. El imperialismo pretende cambiar la contradicción entre capitalismo o socialismo; por crisis social o “ajuste” globalizador.
En el caso de Libia los objetivos estratégicos determinaron otro esquema de lucha imperial. Ya no se trata de poner a la clase trabajadora en una encrucijada sino de romper la unidad árabe y construir un mercado sin restricciones y con capacidad de compra para la mercancía de los imperios. En Libia el modelo rentista, la forma de distribuir la renta (la estructura del poder) y la esperanza de la unidad árabe que encabezaba este país no permitían concretar el sueño imperialista de un nuevo medio oriente basado en democracias liberales y pueblos divididos. Bajo ese modelo no se puede desarrollar una burguesía que al servicio del imperio legalice un mercado sin frontera ni nacionalidad. De aquí que la estrategia sea otra; la invasión directa. En este otro lado del mundo, el imperio crea la ficción entre el atraso nacional o el “progreso” y el mercado. Así se pretende ocultar la contradicción entre capitalismo imperial versus unidad árabe socialista. Ahora bien, Cuál será el futuro de Latinoamérica, que ya posee democracias liberales, pero que habla de socialismo? Acaso, será la muerte por “enfermedad” de algún Presidente o serán golpes de estado: o será la consabida traición y acomodo.

lunes, 3 de octubre de 2011

Ideología vs Poder

El socialismo es una bandera que muchos enarbolan cada vez que se produce una crisis del capital. Muchos creen que el desarrollo de muchas manifestaciones populares desembocan automáticamente en socialismo. Sin embargo, la historia ha demostrado que esto no es cierto. El desarrollo de la lucha de clases no necesariamente deviene en socialismo si este no se convierte en antagonismo (en rompimiento) entre la economía capitalista y la economía alternativa: socialista. La lucha de clase política no es suficiente para la transformación de la sociedad.
En este punto, la ideología y el poder luchan: una por desviar la atención sobre la contradicción fundamental y otra por imponerla. La política desplaza el tema de la construcción de la economía alternativa y se convierte ella en el centro de los procesos sociales. Conseguir el poder del Estado y permanecer en él se convierte en un fin en sí mismo, cuando este es sólo un paso táctico para el logro de la suprema felicidad de los seres humanos.
La conquista del poder político permite exacerbar, hacer más sutiles y volver más peligrosas e invisibles las contradicciones de clase. Las banderas del socialismo que hace poco eran discursos aglutinadores de los trabajadores y campesinos ahora se convierten en pesados fardos del cual se quieren librar. El poder produce una adicción que permite que se reediten (o reconstituyan) los intereses de la clase dominante anterior, ahora con nuevas caras. Los maestros del marxismo nos han brindado mucho conocimiento; pero, enseñan poco a los revolucionarios acerca de cómo luchar por el poder entre “revolucionarios”: cómo combatir el poder capitalista (e imperialista) que se enquista en el “nuevo” Estado.
La paciencia, constancia, planificación y continuidad en la estrategia de construcción de la economía socialista es, en muchos casos, apartada por las premuras del poder: por la conveniencia. La ideología muchas veces claudica frente al chantaje “por el poder”, que impone como punto central la permanencia en el poder a toda costa. La economía socialista pasa a un segundo o tercer plano. De esta forma siempre habrá capitalismo.
La Unión Soviética fue un caso en que la economía socialista cedió ante la política y la ideología ante el poder imperial a la usanza zarista. En estos casos la clase trabajadora y campesina cambiaron economía socialista por caudillismo y suprema felicidad por capitalismo de nuevo cuño, que a la postre se convirtió en capitalismo reencauchado. El socialismo no es sólo un nombre, es una estrategia para vivir en paz y feliz, de allí la importancia de definir un conjunto de ideas (ideología) que nos convenzan a trabajadores y campesinos que podemos organizarnos en el combate contra la acumulación de capital, como en Grecia, con la apropiación de todas nuestras fabricas y riquezas: con la creación de riquezas para nosotros, la economía alternativa. Simplificar la lucha de clase al marco político o al discurso demagógico es una estrategia contrarrevolucionaria del Imperialismo capitalista para quebrar la ideología marxista.

Siria: dignidad o reparto

Las amenazas y contra amenazas del 14 de septiembre de 2011 entre el Presidente Ruso y el Primer Ministro Inglés ponen en el tapete el nivel de importancia de Siria para la política imperial occidental en sus esfuerzos de imponer un “nuevo medio oriente”. Los ingleses extorsionan, con descaro a los Rusos, recordándole su cuota parte en la repartición global si éste no permite la rapiña sobre Siria; y Rusia, le riposta que el esquema propuesto por el imperio occidental en Libia no garantiza sus negocios en la región, vista la extorción realizada por el Comité de transición de libia sobre su reconocimiento o la pérdida de sus negocios petrolero en el país.
Tan descarada y agresiva es la confrontación entre los imperios de occidente y oriente para obtener el dominio sobre mercados y/o participación como socio en la nueva globalización, que la toma de posiciones ventajosas en materia militar, acuerdos aduaneros, control de la droga, poder comunicacional para visibilizar o invisibilizar, control sobre la distribución de alimentos y sobre la producción y distribución del petróleo se convierte en ventajas tácticas de presión y extorción frente al oponente. En este sentido, los acuerdos antidroga legalizan y define quien contrala la droga en determinado región y quien está en capacidad de minar la fuerza moral del otro. Los ejercicio de guerra y acuerdo antimisiles son otro tanto de estas tácticas para alinear mercados (países) en cada bando. Evidentemente el petróleo sigue siendo una importante arma de guerra al momento de definir los porcentajes en el reparto de mercados.
Cabe acotar que el imperio occidental se aprecia más estructurado en su estrategia globalizadora dado el papel de dominio que ejerce los Estados Unidos; así como, el de su lugarteniente Alemania. Por su parte, en oriente los imperios Chino, Ruso e Hindú no cuenta con la misma integración dado lo reciente de la conformación de sus burguesías (años 70 y 90) y la poca sinergia entre ellas, el poder de la burocracia estatal que no quiere perder sus privilegios, la cultura y la extensión (y poco desarrollo) de sus mercados domésticos.
Frente a esta rebatiña imperial, dónde se encuentra la esperanza de la clase trabajadora y campesina y cuál debe ser su estrategia? Evidentemente, la esperanza está en nuestras propias manos: en la construcción de una economía socialista para los trabajadores y campesinos. Para ello, lo primero es que nos reconozcamos como iguales, los trabajadores y campesinos del mundo. Y ese reconocimiento nos debe permitir realizar pronunciamientos públicos y conjuntos en rechazo a la rapiña imperial: los trabajadores y campesinos del mundo requerimos de una nueva internacional. En segundo lugar, debemos promover un proyecto socialista común que trace las líneas gruesas para defender nuestros intereses de clase frente a los grupos e intereses imperiales en todos los países. Tanto Siria como Libia, Túnez y Egipto en este momento no los exigen.

Geopolítica: cuentos o verdades

La geopolítica mundial está cambiando en cuanto a la estrategia y los métodos de dominación. La manera de hacer negocios diferencia a los distintos imperios en su multipolaridad distinguiendo entre los más agresivos y estratégicos comunicacionalmente, hasta los más discretos. Y en estos negocios los países pequeños y con ellos la clase trabajadora y campesina del mundo están a la merced (como peones o carne de cañón) en el tablero de ajedrez de la geopolítica mundial.
El mundo aprecia con estupor el manejo financiero de Bancos y Entes de Inversión que ponen en quiebra a trabajadores (como en Estados Unidos) y a países. Algunos de estos países se presentan como vitrina para el mundo de lo que es capaz el imperio (como es el caso de Grecia) y a otros se les somete a fuerza de terrorismo financiero, alineándolos a la política imperial de concentración de capital, como es el caso de España, Italia, Irlanda, y Portugal en Europa.
En el Norte de África y en el Medio Oriente la estrategia de la mancomunidad de imperios occidentales colonialista, ha cambiado como también sus métodos. La estrategia imperial cuenta al menos con cuatro vértices: en primer lugar, se pretende salir de las dictaduras occidentales como las de Egipto y Túnez para dar paso a las democracias liberales. Valiéndose para ello de poderosas contradicciones de clase que existen en el seno de estas sociedades. En segundo lugar, se pretende romper y fraccionar el arabismo; así como, profundizar las diferencias religiosas dentro y fuera del islamismo. Un ejemplo es la invasión a Libia y los ataques a Siria. En tercer lugar, encontramos la redefinición del papel del sionismo en el medio oriente. La contradicción árabe- sionista que tantos beneficios trajo para los imperios de occidente, en materia de recursos naturales y comercio, ya no resulta conveniente para la estrategia de un “nuevo medio oriente” sembrado de democracias liberales. El grado de tolerancia del imperio norteamericano ante el policía Israelí se reduce y la estrategia del imperio le impone al Sionismo ceder su protagonismo en pos de la construcción del modelo liberal. A esto responde es el cambio táctico del imperio en el caso Palestino. En cuarto lugar, la política de dividir y vencer impondrá un mercado común para el mundo árabe e islámico, dirigido por los imperios occidentales, en una suerte de condominio colonial; donde los imperios orientales participen como socios comerciales.
Dentro del sueño imperial de un “nuevo medio oriente” las democracias liberales serán de dos partidos. Ambos plegados a la construcción de una burguesía fiel al imperio, que sólo se diferencien por el nombre.
Pero, y el Pueblo, la clase trabajadora, el panarabismo y el islamismo, qué? Para nosotros la respuesta no es otra que la resistencia, la conciencia, la construcción organizativa y el socialismo. Este es el gran reto frente al caos imperial que quiere arrancar, no sólo la riqueza sino la identidad a los pueblos árabes e islámicos del mundo.

La legalidad vs la justicia

Palestina, Libia, Siria, Grecia y España, ponen en evidencia la contradicción entre la legalidad y la justicia. En estos países se aprecia con claridad, y en toda su plenitud, el papel de las ideologías y su utilidad para justificar la dominación del imperio sobre los pueblos.
Palestina es quizás el país donde el antisemitismo sionista ha desbordado todos los límites de la legalidad imperial. Justificada su ocupación mediante una “resolución” del órgano internacional para la colonización de los pueblos como lo es Organización de las Naciones Unidas Palestina se vio invadida por el racismo, la exclusión y el antisemitismo de los jefes sionistas de Europa y Norteamérica después de la segunda guerra mundial. Un antisemitismo que no distinguió entre árabes musulmanes, árabes judíos o árabes cristianos que vivían pacíficamente y donde todos eran PALESTINOS. En este país la legalidad capitalista se impuso mediante el dinero, las armas y el exterminio. Después llegaron las religiones y las “leyes” para confundirlo todo; así como, para justificarlo todo. Que si es una lucha religiosa, que si la tierra prometida; falso, estamos frente a una invasión financiada por el sionismo y punto.
Libia es otro caso de legalidad capitalista. Cambia la estrategia de dominación y beneficio imperial de norteamericanos, alemanes e ingleses y entonces cambia la legalidad. Libia es una demostración fehaciente de que la base económica del capitalismo y su estrategia de dominación determina y marcan la pauta para la política, la religión y la legalidad. Son estas superestructuras las que justifican (argumentan, repiten y convencen) el estado de dominación del imperio burgués sobre los pueblos trabajadores y campesinos del mundo.
Si esta es la legalidad imperial, dónde está la justicia. Porque, el sistema capitalista nos ideologiza para que creamos y pensemos que su legalidad es igual a justicia: que su “legalidad” es ley divina. Una Resolución de la ONU vale más que la vida de millones de trabajadores y campesinos libios y palestinos. Cabe preguntarse entonces, qué es la justicia? Inclusive podríamos preguntarnos de qué justicia hablamos cuando personas blancas, racistas, republicanas y machistas de la burguesía norteamericana o inglesa se alegran de las masacres sobre los pueblos de Libia, Iraq o Palestina y señalan que eso es “justicia”. Para esta gente (holandeses, alemanes y franceses) los recortes presupuestarios en Grecia y España; así como, la venta de sus riquezas es “justicia”. Señalan a los cuatro vientos que el hambre de los trabajadores y campesinos es “justicia” y lo justifican alegando que dichas medidas son necesarias. Entonces de quién es la justicia y qué se hace con ella. Estas son preguntas que los trabajadores y campesinos del mundo tenemos que contestar juntos y en la práctica. Debemos responder en lo político- organizativo; pero, también y muy especialmente mediante la construcción de una economía socialista para nosotros.